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lunes, 20 de julio de 2015

No hay guerras civiles si echamos el pestillo.



 
Tengo la imperiosa  necesidad de llegar tarde a todos los sitios. Mi reloj interno debe haberse quedado sin cuerda. Mi mente debe jugar en otro espacio/tiempo, o qué sé yo.

Pero llegué temprano el día que te paré en aquel bar ‘de la esquina’ para empezar lo que hoy voy a escribir.

Llegué temprano para saber que contigo los días son más largos y las noches demasiado cortas.

Que los amaneceres son solo para bebernos los vientos y los mediodías, una excusa para salir a comernos el mundo.

Llegué temprano para que aparecieses tú y devolvieses a su lugar de origen mi sonrisa.

lunes, 6 de abril de 2015

Yo reinaba detrás de la barra del único bar que viste abierto.

De esto que tú donde pones el ojo, pones la bala. De esto que yo cuando cierro una puerta es porque abro una ventana. De esto que entre los dos, a buen entendedor, pocas palabras.

Bebes rubia la cerveza, pero no estoy segura si para acordarte de mi pelo. La ginebra mezclada, pero no agitada, por favor. El café, solo Nespresso. What else ?

¿La música? española. La Oreja de Van Gogh tocaba debajo de tu bar preferido y tú preguntabas que quién coño hacía tanto ruído.

Tú no sabías si me gustaba el ron o el tequila, si me arrancaba por bulerías o me iba por soleares o si estaba cansada de trovadores de contenedor. Solo querías contar los lunares de mi espalda tan pronto como se pone el sol en invierno.

-¿Te pongo Loquillo?
-Tú lo que me pones es loco.

lunes, 2 de febrero de 2015

La ciudad del viento.



Verano, la estación por excelencia de los amores fugaces, deprisa y corriendo, apurando hasta el último suspiro los vientos del sur para seguir sintiendo calor.

La época estival en la que vivimos al día. No pensamos en el mañana, vivimos el HOY. Y yo, obviamente, no iba a ser menos.

Creía que no me gustarías más que el helado de las cuatro en una tarde de sol abrasador, la ensaladilla rusa de tapa en la terraza de algún bar o las puestas de sol desde aquel mirador oteando oscurecer la ciudad.


Creía en ti pero yo seguía viviendo al día.

Creía que en Septiembre acabaría.

Creía que eras perro ladrador pero conseguiste morderme por dentro.

Y ahora, en pleno Febrero, solo busco tu calor para refugiarme de los vientos del norte esperando volver a sentir contigo los vientos del sur. Y los del este. Y los del oeste. Y los que hagan falta. Y si hace falta me los invento.

Porque para vivir junto a ti, la rosa de los vientos se me hace pequeña.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Nuestro "no", no tiene validez.



Es nuestra conjunción favorita. Nos encanta repetírnosla. Una y otra vez. Siempre va acompañado de un “Esta vez se acabó de verdad”. Pasamos a odiarnos para no querernos. Creemos que esa va a ser la última y vuelve a suceder. Porque hay historias con finales; finales felices, finales agridulces, finales tristes y después está lo nuestro.


Es nuestro ni contigo ni sin ti particular. Yo ya no te quiero y tú me quieres más.  Y cuando vuelve a empezar es genial. Y cuando vuelve a terminar  es fatal.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Viva el lenguaje universal.


Soy partidaria del amor por horas. Es fantástico. Adoro los romances de una noche con futuros conocidos y sin ningún porvenir. Al día siguiente nada habrá cambiado en tu vida, solo tendrás un contacto más en la agenda.


Sabes que no estás fuera del partido, que puedes seguir jugando porque tu equipo está en primera y siempre cuentan contigo para el once inicial. Te sientes dentro.


 Soy partidaria del amor a tiempo completo. Es extraordinario.  Adoro las noches de manta y peli con futuros desconocidos y en ese momento con mucho porvernir. La estabilidad, la sensación de felicidad constante y las ganas de cuidarle y que te cuiden.

Sabes que no estás sola, que él se iría hasta el fin del mundo contigo si hiciese falta y tú matarías dragones por él. Dragones muy grandes y feos. Estás dentro.

Creo en las aventuras fugaces, en la felicidad a corto plazo y en “Qué bonitos son tus ojos, me quedaría eternamente mirándolos”, pero creo más en las aventuras si son contigo, en la felicidad a largo plazo y en tu “Buenas noches, princesa”.

domingo, 19 de octubre de 2014

Lo perdimos tan fácil que valió la pena.



Nos conocimos en el momento perfecto, o eso pensamos. Ninguno de los dos sabíamos que esa noche marcaría nuestras vidas, pero algo nos imaginamos. 

Fue la sensación de conocimiento de lo anterior, como un deja-vu, una complementación máxima que no esperas encontrar un sábado por la noche. Ninguno de los dos le dimos importancia, pero sería la primera de muchas.




El destino quiso que nos volviésemos a encontrar de nuevo. Nos saludamos con efusividad, como si nos hubiésemos echado de menos. Bailamos una canción, nuestra canción, con la que tanto nos han brillado los ojos, con la que nos sorprendíamos cuando sonaba en la radio y cantábamos  bajito porque nos daba vergüenza, con la que nos buscábamos aunque estuviésemos enfadados para reconciliarnos.

Los dos estábamos saliendo de relaciones turbias. Caminábamos con pies de plomo, pero decidimos soltar el freno a la vez y dejarnos llevar. Sabíamos que la carretera iba a ser sinuosa pero no nos imaginamos que tanto y tan pronto. 

Nuestras expectativas eran tan altas que en el primer asalto caímos los dos y no supimos levantarnos juntos. Y aquí seguimos un año después, sin saber querernos e intentándolo una y otra vez.