Nos conocimos en el momento perfecto,
o eso pensamos. Ninguno de los dos sabíamos que esa noche marcaría nuestras
vidas, pero algo nos imaginamos.
Fue la sensación de conocimiento
de lo anterior, como un deja-vu, una complementación máxima que no esperas
encontrar un sábado por la noche. Ninguno de los dos le dimos importancia, pero
sería la primera de muchas.
El destino quiso que nos volviésemos
a encontrar de nuevo. Nos saludamos con efusividad, como si nos hubiésemos
echado de menos. Bailamos una canción, nuestra canción, con la que tanto nos
han brillado los ojos, con la que nos sorprendíamos cuando sonaba en la radio y
cantábamos bajito porque nos daba
vergüenza, con la que nos buscábamos aunque estuviésemos enfadados para
reconciliarnos.
Los dos estábamos saliendo de
relaciones turbias. Caminábamos con pies de plomo, pero decidimos soltar el
freno a la vez y dejarnos llevar. Sabíamos que la carretera iba a ser sinuosa pero
no nos imaginamos que tanto y tan pronto.
Nuestras expectativas eran tan
altas que en el primer asalto caímos los dos y no supimos levantarnos juntos. Y
aquí seguimos un año después, sin saber querernos e intentándolo una y otra
vez.
Un placer leer lo que escribes. Suelta la imaginación y déjala que fluya. Mucha suerte en la nueva andadura chica anónima. :)
ResponderEliminar