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domingo, 19 de octubre de 2014

Lo perdimos tan fácil que valió la pena.



Nos conocimos en el momento perfecto, o eso pensamos. Ninguno de los dos sabíamos que esa noche marcaría nuestras vidas, pero algo nos imaginamos. 

Fue la sensación de conocimiento de lo anterior, como un deja-vu, una complementación máxima que no esperas encontrar un sábado por la noche. Ninguno de los dos le dimos importancia, pero sería la primera de muchas.




El destino quiso que nos volviésemos a encontrar de nuevo. Nos saludamos con efusividad, como si nos hubiésemos echado de menos. Bailamos una canción, nuestra canción, con la que tanto nos han brillado los ojos, con la que nos sorprendíamos cuando sonaba en la radio y cantábamos  bajito porque nos daba vergüenza, con la que nos buscábamos aunque estuviésemos enfadados para reconciliarnos.

Los dos estábamos saliendo de relaciones turbias. Caminábamos con pies de plomo, pero decidimos soltar el freno a la vez y dejarnos llevar. Sabíamos que la carretera iba a ser sinuosa pero no nos imaginamos que tanto y tan pronto. 

Nuestras expectativas eran tan altas que en el primer asalto caímos los dos y no supimos levantarnos juntos. Y aquí seguimos un año después, sin saber querernos e intentándolo una y otra vez.

1 comentario:

  1. Un placer leer lo que escribes. Suelta la imaginación y déjala que fluya. Mucha suerte en la nueva andadura chica anónima. :)

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